Entrevista a Andrea Valbuena: “Debemos aprender a derramarnos y averiguar dónde termina esa agua”
- Dicen que, en Barcelona, entre libros y rosas, se despierta en ti el amor por la literatura y la poesía. ¿Qué recuerdos tienes de El día de Sant Jordi?
Recuerdo que era uno de mis favoritos en el colegio, cada año hacíamos multitud de actividades diferentes, (en una ocasión fabricamos un dragón gigante con hueveras), y todos, sin excepción, me presentaba a concursos de literatura en varias categorías; poesía en catalán, en castellano, relato en catalán y también en castellano. Gané en varias ocasiones y el premio eran libros, así que yo era feliz.
- Tu manera de sentir la vida está reflejada en el modo en que te expresas en tus textos que empiezan a ver la luz cuando creas “Brevedad”, blog con el que te presentas al mundo. ¿La idea de este espacio iba encaminada a la publicación de un libro?
No, en absoluto. La idea era imitar un poco lo que yo veía que hacían otras personas con inquietudes parecidas a las mías y que estaban usando internet para expresarse.
- De este atrevimiento nace tu primer poemario “Mágoa” que en portugués significa “sentimiento desgarrador de pena, tristeza o dolor que deja secuelas visibles en los gestos y expresión facial” con el que logras el I Premio Valparaíso de Poesía. ¿Crees que perder el miedo a conocer la herida puede ser la clave para atajar en la curación?
Sin duda; pienso que solo reconocer y nombrar lo que nos asusta, puede ayudarnos a combatirlo. Para mi es fundamental reconocer la pena, ponerme frente a ella, analizarla e incluso abrazarla si se tercia. Porque hay dolores de los que nunca nos desprendemos, pero quizá sí podemos aprender a convivir con ellos.
- A este le sigue tu segundo poemario “Si el silencio tomara la palabra” e inicias un proyecto junto a Elvira Sastre para llevar la poesía a las aulas. ¿Cuáles son las impresiones que habéis percibido de los alumnos que recién descubren la poesía contemporánea?
Que hay mucho interés, muchas ganas de saber más sobre poesía, de escribir… que hay mucho que contar y muchas ganas de aprender a hacerlo. También descubrimos que llama la atención nuestro enfoque sobre la poesía y que les es cercano lo que contamos, así que, de alguna manera conseguimos crear un vínculo muy bonito en esas visitas y siempre nos llevamos muy buen sabor de boca y la sensación de haber suscitado curiosidades, que creo que es una de las mejores sensaciones que me ha dado toda esta aventura.
- Tus textos hacen mucha referencia al sentimiento de tristeza como algo natural y necesario en un mundo en el que nos hemos acostumbrado a mostrar felicidad, aunque estemos viviendo una mala etapa. ¿Qué nos está pasando?
Tanto y tan poco. No lo sé. Creo que esta es la pregunta más difícil de todas. Pero sí sé de la importancia de mantener los pies en la tierra, en esa que también es desagradable, abrumadora, agotadora, frustrante e injusta. Porque lo malo siempre acecha y deberíamos vivir atentos y aprender todo lo posible sobre las herramientas que podemos utilizar para defendernos.
- Casi en plena pandemia publicas tu tercer libro “Lagrimacer o el acto de derramarse” que encuentra la belleza entre versos que caminan por la tristeza. ¿Cuál sería tu consejo para dar la mano a alguien con recelo a lagrimacer?
En realidad, sin el casi. Lagrimacer y yo tuvimos tanta mala suerte que justo en el mejor mes de promoción, tan solo diez días después de su lanzamiento, tuvimos que quedarnos en casa. Con unas expectativas de año buenísimas y llenas de trabajo de la mano de Verso y Cuento, en nuestros proyectos de gira con Elvira… en fin. Una pena. Todavía intentamos recuperarnos y aún así, estoy contenta con el camino que ha ido tomando y lo que hemos podido hacer a pesar de todo. No podría dar ningún consejo, pero sí pedir una oportunidad. Que se apunten a este viaje, que es sobre todo un aprendizaje sobre el acto de derramarse, de rebosar de emociones tanto buenas como malas, y averiguar dónde termina esa agua.
- En cada libro desarrollas la pena de una manera cada vez más madura y llegas a transformarlo en algo positivo para reiniciarnos emocionalmente. ¿Hay que estar preparadx para el dolor antes de leer tus libros? ¿Cómo te gustaría que se sintiera la gente después de leerte?
Basándome en la respuesta de otros lectores, más que preparado para el dolor hay que estar preparado para cualquier tipo de emoción. A mí lo que me gustaría es que la gente se emocione, pero no determinar la emoción, que sea la que sea se dejen llevar por ella y que me la cuenten. Es lo que más me gusta de que alguien me lea, que me cuente después que sintió con este verso o con aquél poema. Ahora que, gracias a las redes sociales, tenemos esta información en la palma de la mano, es una verdadera suerte poder interactuar de esa manera.